GUTEN TAG RAMON

"Cuando te cases con mi hija, mi regalo para los dos, será su viaje de Luna de Miel a Alemania".

Doña Tere, era una guapísima, cariñosa, inteligente, alegre y extraordinaria mujer, pero muy mala para predecir el futuro.

Debido a que yo no ocultaba desde muy niño mi enorme ilusión por conocer algún día Alemania y lo manifestaba cada vez que había oportunidad, ella sabía muy bien que era para mi un sueño de alta importancia, así que desde que tenía tal vez 7 u 8 años de edad, solía repetirme esa frase en cada ocasión que me saludaba. Su hija era una muy buena amiguita en ese entonces, y lo sigue siendo hasta ahora, pero no, no me casé con ella, así que aún no he realizado mi sueño de conocer Alemania.

Ignoro el motivo, no alcanzo a recordar qué habré visto, o escuchado acerca de ese gran país europeo, que despertó en mi, a tan temprana edad, esa ilusión por conocerlo. Pero lo cierto es que la ilusión permanece viva y latente, acaso hasta acrecentándose cada día. Solía prestar atención cuando se decía que las generaciones de estudiantes que egresaban de la Facultad de Ingeniería Civil de la UDY (Ahora UADY), acostumbraban organizar un viaje de prácticas a Alemania, pero lamentablemente mi generación no promovió ese viaje.

He conocido a pocos, pero muy buenos amigos y extraordinarias personas originarias de Alemania, recuerdo a un alto ejecutivo de Siemens de México, Peter Wilsch, con el cual desarrollé una buena amistad cuando me supervisó la construcción de una obra que hice para aquella empresa en la ciudad de Cancún.

Mas recientemente a esa extraordinaria pareja de seres humanos, personas fuera de serie, los fotógrafos Renate y Tadeusz Dabrowsky, quienes probablemente posean la mayor cantidad de retratos de personas famosas en todo el mundo, fotografiadas por ellos dos durante toda su vida como fotógrafos y reporteros para las principales agencias de noticias del planeta. Cuentan entre su acervo, con imágenes de grandes personajes del medio artístico: cine, teatro, cantantes, figuras políticas y líderes de muchos países, entre ellos varios presidentes, primeros ministros, personas de la realeza, igualmente personas controvertidas, poderosos ministros religiosos, grandes Arquitectos, pintores. Bueno, no acabaría la lista si pretendiera mencionarlos todos. Pero lo más importante, es el enorme corazón de Renata y Tadeusz, y su facilidad para privilegiarnos con su amistad.

Igualmente hace pocos meses conocí a un magnífico fotógrafo y gran maestro del arte de iluminar perfectamente cada fotografía, Olaf Raymond Benold, y nos hicimos amigos de él y de su esposa Ileana.

Así es que resulta imposible que no me sienta plenamente identificado con esa ilusión con la que Ramón emprendió el viaje a Alemania, alentado por un buen amigo, después de cinco fracasados intentos por "irse para el otro lado" a intentar encontrarse con la ansiada fortuna, que le permitiera a Ramón (Kristyan Ferrer) sostener a su madre (Arcelia Ramírez) y a su abuela (Adriana Barraza), que junto con él se encontraban sumidos en la más lacerante y dolorosa pobreza, en un pequeño y miserable poblado del estado de Durango en nuestro país. Una realidad que todos los días padecen millones de compatriotas, carentes de oportunidades para educarse, prepararse en las habilidades propias de un oficio, y ejercer un empleo en condiciones dignas para procurarse una vida razonablemente estable.



Sin embargo, y a pesar de que no es posible ocultar esta realidad, la película "Guten Tag Ramón", no es, afortunadamente, otra más de esas trágicas y dramáticas historias de indocumentados o de pobreza; sino que aborda desde ese origen o con esa base, temas sustanciales y profundos que nos mueven las fibras internas y nos obligan a reflexionar sobre conceptos como la amistad, el respeto a los mayores, la cultura, y las relaciones humanas solidarias.

Ramón viaja a Alemania con la esperanza de encontrar a la tía de un buen amigo (Héctor Kotsifakis), que según éste había encontrado fortuna al casarse con un Alemán, y ayudaría a Ramón a establecerse ahí y encontrarle un empleo. Siguiendo al pie de la letra las detalladas instrucciones, llega sin mayor problema hasta la casa de la famosa tía, para toparse con el primer, pero gran obstáculo en esta aventura: La tía ya no vive ahí y no obtiene ninguna ayuda para dar con su paradero.

Desesperado, solo, con muy poco dinero, sin saber hablar ni una sola palabra en Alemán, conoce a Ruth (Ingeborg Schöner), una persona mayor, retirada, que vivía en un edificio de apartamentos en el cual habitaban también otras personas en similares condiciones de edad y soledad. Ruth brinda amablemente a Ramón su ayuda, compadecida por su inocencia juvenil y le ofrece un espacio donde vivir en el sótano del edificio, a la vez que le procura pequeñas cantidades de dinero a cambio de realizar trabajos de asistencia para ella misma y para los otros inquilinos: un trabajoso y malhumorado avaro (Karl Friedrich), una anciana que empezaba a acusar problemas de memoria y lucidez (Anna Haack), y un alegre viejecito (Rüdiger Evers), estudioso de la cultura de otros países y especialmente aficionado a la música popular mexicana. Ramón forma con ellos una pequeña comunidad, que antes no se relacionaba entre sí, y que encuentran en la amistad y la solidaridad un motivo para vivir con alegría la vida diaria.

En la cercana tienda de abarrotes y comida, encuentra también Ramón la solidaridad y comprensión de una guapísima joven (Franziska Kruse) que le arranca inocentes sonrisas e ilusiones, así como los ingredientes para no extrañar tanto la sabrosa comida mexicana.

El escritor del guión, director y productor Jorge Ramírez Suárez, dedicó cinco años de su vida, desde la creación de la historia original, el rodaje y la post producción, hasta entregarnos ahora esta bella historia, perfectamente bien terminada, completa, con todos los aspectos de una buena película bien cuidados y realizados: La historia tiene sustancia, es hermosa, tiene valores. Las actuaciones son muy buenas, prácticamente todos actúan muy bien, aún quienes tienen participaciones muy breves, se nota el trabajo en equipo. La fotografía, a cargo de Carlos Hidalgo, es extremadamente buena al igual que la iluminación. La música resulta excelente, estuvo bajo la responsabilidad de Rodrigo Flores, quien contó con el apoyo de la Orquesta Sinfónica de Bulgaria.

Las escenas transcurren en Durango, México; Wiesbaden (lugar donde en la vida real reside Ramírez Suárez), y Frankfurt, Alemania.

Jorge Ramírez Suárez refiere que desde que estaba escribiendo el guión y después de ver su actuación en "Días de Gracia", no tuvo ninguna duda de que el papel de Ramón sería interpretado por Kristyan Ferrer, de modo que éste no tuvo necesidad de audicionar. También agradece la participación de Ingeborg Schöner, quien a pesar de encontrarse ya retirada del medio, aceptó participar en este proyecto.

Si acaso le reclamaría a Ramírez, el no haber aprovechado esta película, para mostrarnos un poco más (o al menos a mí que tanto deseo conocer Alemania) de paisajes y lugares de ese país. Gran parte de las escenas transcurren en el sótano, en alguno de los apartamentos, o en la tienda.

Muy recomendable filme, quienes aprecian estos elementos que dan sustento a una buena historia, tales como la fotografía, la música y buenas actuaciones, disfrutarán un buen rato. Es probable que algunas personas ávidas de un ritmo más dinámico y divertido, puedan opinar que la película "está un poco lenta". Como siempre, en gustos se rompen géneros, y cada quien se formará su propia opinión.


Mérida, Yucatán. 25 de agosto de 2014.
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