RESILIENCIA
Las
ciudades, están adquiriendo un poderío e importancia social y política jamás
antes vistos. En el siglo XVII, solamente un 1% de la población mundial
habitaba en ciudades, hoy lo hace un 54%, y se calcula que para el 2050 un 70%
de los habitantes del planeta viva en una ciudad. En contraparte, las ciudades
ocupan solamente el 3% de la superficie mundial, y sin embargo ahí se registra
el 75% del consumo energético y el 80% de las emisiones de gases causantes del
efecto invernadero, y el cambio climático.
Este fenómeno ha dado origen a las “mega
ciudades”, esas enormes zonas metropolitanas que ya se comparan en fortaleza
económica y social con naciones enteras. La zona metropolitana de Nueva York
cuenta con 8.5 millones de habitantes, un presupuesto anual de 80 mil millones
de dólares, genera un PIB de 1.5 billones, y su departamento de policía está
compuesto por 40 mil elementos. Con esto aparecen los “mega riesgos” que los
gobiernos municipales, planificadores urbanos, y ciudadanos, tenemos que
afrontar como uno de los desafíos más importantes que nos haya tocado vivir, y
del cual no tenemos otra opción que salir airosos, o perecer.
La fragilidad es definida como
debilidad, facilidad que tiene una cosa para romperse, fracturarse o
deteriorarse. En términos de planeación urbana, la fragilidad ocurre cuando el
contrato social deja de funcionar, y entonces atestiguamos la convergencia de
numerosos y variados riesgos, algunos de tipo socioeconómico, como la
desigualdad en ingresos, pobreza, desempleo juvenil, o violencia; otros más
físicos, como exposición a eventos geo meteorológicos, sequías, ciclones,
terremotos e inundaciones.
El antídoto contra la fragilidad, es
diseñar y gestionar ciudades con alta capacidad de resiliencia, definida como
la habilidad para recuperarse o reponerse posteriormente a la ocurrencia de un
fenómeno dañino o catastrófico. Pero, ¿cómo se logra esto? En primer lugar hay
que tener un plan, y una estrategia para implementarlo exitosamente con una
visión extensa y de largo plazo, en donde la gobernanza es un elemento clave
para que esto se haga con continuidad, autonomía y discrecionalidad. Es
imperativo trabajar el tema medioambiental con programas efectivos de
generación de energía con fuentes renovables, reducción de emisiones, cuidado de
la biodiversidad, contar con espacios publicos de calidad, y mejorar la
movilidad.
Una inversión inteligente es aquella que
se realiza en soluciones integradas y múltiples, las ciudades más exitosas son
aquellas que implementan acciones que acaban no con uno sino con múltiples
problemas simultáneamente. Debe aprenderse a construir densamente pero
sosteniblemente, la muerte de las ciudades es la expansión desbordada.
No hay tiempo que perder, cuando otra
ciudad ha tenido una experiencia exitosa, hay que pedirle que comparta esa
idea, y con esto cobra importancia el trabajar en coaliciones globales que
afortunadamente cada vez son más.
Las ciudades y sus líderes, tienen que
asumir sin demora su alta responsabilidad como los nuevos visionarios del siglo
XXI.
Raúl
Asís Monforte González
©
Copyright 2018. Todos los derechos reservados
Mérida,
Yucatán a 20 de Enero de 2018.
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