RUIDO

Ruido
 "Descubrieron que los besos no sabían a nada, hubo una epidemia de tristeza en la ciudad, se borraron las pisadas, se apagaron los latidos, y con tanto ruido, no se oyó el ruido del mar.” Así va una estrofa de la canción “Ruido” de la autoría de Joaquin Sabina y Paco Varona.

El ruido interfiere en la comunicación entre las personas
Existen muchas formas de contaminación ambiental, una de ellas, a la cual no se le ha prestado la debida atención e importancia, es la contaminación acústica debida al ruido. Podemos definir el ruido como una sensación auditiva inarticulada, no deseada, generalmente desagradable y hasta molesta, que interfiere en la comunicación entre las personas y sus actividades, y que puede producir efectos físicos, como la pérdida o deterioro de la audición e incremento de la presión arterial; fisiológicos tales como el estrés y alteraciones del sueño; y psicológicos como depresión, disminución del rendimiento y la atención, o agresividad.
El ruido es un factor de salud pública importante
En consecuencia, la contaminación auditiva debe considerarse como un importante riesgo de salud pública. Si a esto añadimos que es una obligación de cualquier comunidad, especialmente de sus autoridades, proteger a sus ciudadanos de las influencias adversas del medio ambiente, entonces necesariamente tenemos que concluir que no debe evadirse ni posponerse la responsabilidad de regular y sancionar este tema, para restringir o limitar tanto la cantidad o intensidad del ruido, como la duración de la exposición, y las fuentes emisoras o generadoras de este problema urbano.
Después de muchos años de abandono, el centro histórico de la ciudad de Mérida ha vivido una importante transformación, motivada principalmente por la adopción de nuestra ciudad como nuevo lugar de residencia por parte de numerosos extranjeros, o incluso mexicanos que han venido de otros estados de la república, y que han encontrado en muchos despachos de arquitectura locales el talento necesario para diseñarles sus espacios de vivienda. Su presencia ha dado nueva vida al centro, cuyo corazón ha vuelto a latir con alegría, y en cuyas aceras han vuelto a dibujarse las pisadas. Pero también ha llegado el ruido, además del provocado por el tránsito de vehículos, el que se emite desde los sitios de entretenimiento público, que para distraer y agradar a sus clientes utilizan música, pero a niveles de presión auditiva que molestan y deberían ser inaceptables.
¿Música,... o ruido?
Los afectados se han unido para manifestar pacíficamente y por las vías institucionales la necesidad de regular, para disminuir o desaparecer la contaminación auditiva que padecen en sus viviendas, pero se ha demorado la respuesta en acciones concretas y efectivas. Esa demora debe acabar de inmediato y el asunto tiene que ser atendido, no sea que una epidemia de tristeza llegue a la ciudad, que se borren las pisadas y se apaguen los latidos que recién retornaron, y lo peor, que llegue un día en que ya no podamos oir el ruido del mar, o que ya los besos no nos sepan a nada.
Raúl Asís Monforte González
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Mérida, Yucatán a 10 de Marzo de 2018.
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